Tratado de Granada (1500)
El tratado de Granada fue una alianza militar pactada entre
Luis XII de Francia y Fernando el Católico en los antecedentes de la guerra de
Nápoles de 1501-1504, para repartirse entre ambos el territorio del reino de
Nápoles, bajo el gobierno de Federico I. Sobre la base de los acuerdos, el
norte del reino quedó en poder de Francia, y el sur en manos del reino de
Aragón. Las discrepancias entre ambos firmantes llevaron dos años después al
enfrentamiento armado, en el que las tropas aragonesas de Gonzalo Fernández de
Córdoba expulsaron al ejército francés, quedando todo Nápoles en poder de
Aragón.
En 1499 el recién coronado rey de Francia Luis XII, alegando
sus derechos sobre el ducado de Milán como nieto de la princesa milanesa
Valentina Visconti y sobre el reino de Nápoles como descendiente de los Anjou,
dio comienzo a la guerra italiana de 1499-1501; envió hacia la península
itálica un poderoso ejército que en abril de 1500 consiguió ocupar Milán,
deponiendo y apresando al duque Ludovico Sforza y a su hermano Ascanio Sforza.
Con la intención de tomar también Nápoles, buscó una alianza con la única
potencia militar en la zona capaz de hacer frente a su ejército: la corona de
Aragón, bajo el reinado de Fernando el Católico, planteando la posibilidad de
dividir Nápoles entre ambos. La idea no era nueva: ya en 1497 Carlos VIII de
Francia había hecho a Fernando la misma proposición en el transcurso de la
primera guerra de Nápoles, aunque en aquella ocasión no se había llegado a un
acuerdo.
Federico I de Nápoles, con el ejército y la hacienda
maltrechos tras la primera guerra de Nápoles, entró en tratos con Luis XII,
ofreciéndose a pagarle una contribución anual a cambio de la independencia de
su reino y a permitir el paso de las tropas francesas hacia Sicilia, en poder
de Aragón, y al mismo tiempo pidió ayuda a su pariente Fernando II de Aragón
para hacer frente al francés. Éste, sabedor del doble trato del napolitano y
considerando que una guerra contra Francia resultaría larga y costosa y que los
derechos al trono de Nápoles recaían antes sobre él mismo que sobre Federico,
se alineó con Luis XII, más dispuesto a quedarse con una parte del reino que a
perderlo todo.
El tratado, justificado por la necesidad de hacer frente a
la amenaza de los turcos que asolaban el Mediterráneo, fue firmado el 10 de
octubre de 1500 en el castillo de Chambord, y ratificado por los reyes
Católicos el 11 de noviembre del mismo año en Granada.4 El acuerdo recogía las
condiciones siguientes:
Luis XII renunciaba a sus reclamaciones sobre Cerdaña y el
Rosellón; Fernando de Aragón renunciaba al condado de Montpellier;
Ambos ejércitos participarían simultánea, aunque no
conjuntamente, en la conquista militar del reino de Nápoles; las tropas
francesas llegarían desde el norte, y las aragonesas por el sur;
Una vez conquistado Nápoles, el reino sería dividido entre
ambos firmantes en dos partes iguales: Fernando se quedaría con las provincias
del sur (Apulia y Calabria) con el título de ducados, mientras Luis mantendría
la posesión sobre la zona central de la península italiana (las provincias de
Abruzzo y Terra di Lavoro, que incluían las ciudades de Nápoles y Gaeta) con el
título de rey de Nápoles y de Jerusalén. Los derechos sobre la doana (aduana)
de Apulia, esto es, los impuestos recaudados por pastos, serían divididos a
partes iguales.
El acuerdo se mantendría en secreto hasta que el ejército
francés hubiese llegado a Roma.
Conquista y
división de Nápoles
Ignorante del acuerdo, Federico I de Nápoles, cuyo reino se
encontraba económica y militarmente debilitado tras la Primera Guerra de
Italia, pidió ayuda a su pariente Fernando de Aragón para hacer frente a la
amenaza francesa. En marzo de 1501, Gonzalo Fernández de Córdoba penetró con
sus tropas en Nápoles, supuestamente para asistir a Federico, pero con órdenes
secretas de ocupar la zona asignada en el tratado. En junio del mismo año, el
acuerdo fue hecho público; el papa Alejandro VI lo aprobó, promulgando la
deposición de Federico bajo pretexto de su colaboración con los turcos, y el
ejército francés de Bérault Stuart d'Aubigny ocupó su parte correspondiente.
Incapaz de enfrentar a ambos contendientes, Federico fue
depuesto del trono de Nápoles en octubre de 1501 y conducido a Francia, de
donde se le prohibió salir; en compensación por la pérdida del reino recibió
una pensión de 50 000 libras y el ducado de Anjou.
Ruptura del
acuerdo
La buena convivencia entre franceses y españoles no duraría
mucho: ya fuera por desconocimiento de la geografía napolitana —cosa dudosa— o
por mala fe de ambas partes, el tratado consideraba el reino de Nápoles como
dividido en cuatro provincias, cuando ya desde los tiempos de Alfonso I estaba
organizado en doce.
Pronto surgieron las desavenencias entre los aliados por la
posesión de la franja geográfica que separaba sus respectivos territorios —las
provincias de Capitanata, Basilicata y Principado—, dando paso a los
enfrentamientos armados en los que, a lo largo de 1502 y 1503, los ejércitos de
Gonzalo Fernández de Córdoba derrotaron a las tropas francesas en las batallas
de Ruvo, Seminara, Ceriñola y Garellano. En enero de 1504, Luis XII se vio
obligado a ceder la totalidad del reino de Nápoles a Aragón mediante la firma
del tratado de Lyon.
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