1713, LA NUEVA PLANTA EN CASTILLA, 1º
Relanzamiento del reformismo francés en España.
1713-1714.
En 1713, la Corona española entró en crisis, pues la reina
enfermó y el rey se desentendió de los asuntos de Gobierno. María Luisa
Gabriela de Saboya moriría un año después, en febrero de 1714. El Gobierno fue
gestionado por el grupo francés de la Ursinos, asistida por Jean Orry,
Bergeyck, Pierre Robinet[1], marqués de Caylus, Claude Burlet (protomédico del
rey desde 1708), Langrade (protomédico de la reina), la duquesa de Havre,
Hersant (valet, es decir, ayuda de cámara de Palacio), La Roche (valet),
princesa de Robeck, princesa de Santo Buono, apoyados por los españoles Pedro
Manuel Nuño Colón de Portugal VII duque de Veragua y Alonso Manrique de Lara y
Silva conde de Montehermoso y Fuensaldaña y, desde 1715, duque del Arco.
Con ese equipo francés colaboraban Melchor de Macanaz como
Fiscal General del Consejo de Castilla y Juan de Dios del Río González marqués
de Campoflorido como Gobernador del Consejo de Hacienda.
El nuevo embajador francés en España era Louis de Brancas
marqués de Brancas.
Otros personajes que trataban de hacerse sitio en la Corte
española eran los italianos duque del Popoli, y el Príncipe de Cellamare, los
flamencos barón de Capres, Caballero de Croy (nacido francés), el Duque de
Havre y el irlandés Caballero de Bourck.
Como decíamos, a partir de abril de 1713, España era
dirigida por Marie Anne de Tremouille Princesa de los Ursinos (la Orsini) como
agente de Luis XIV en España, oficialmente camarera de la reina. Era el triunfo
de una idea distinta de gobernar España, una idea de cooperación entre
franceses y españoles, significaba el fracaso de las políticas de imposición de
Luis XIV desde Francia. Significaba la recuperación de dos grandes organizadores
económicos, Orry y Bergeyck.
Jean Orry ya había estado en España en 1701-1706. En 1713
regresaba como Veedor General de Hacienda.
Jean de Brouchoven conde de Bergeick había sido enviado a
Francia en enero de 1712 tras haber sido Superintendente General de Hacienda
desde 20 de julio de 1711. En 1713 se iba a encargar de gestionar las
manufacturas reales. Al regresar en 1713, se unió al partido de la Princesa de
los Ursinos y la reina, ahora reformistas, y dieron un paso importante en la
reforma hacia la centralización del Gobierno. El historiador Kamen considera a
Bergeick fundamental en las reformas que se iban a implantar, como los
Intendentes.
El problema principal del nuevo Gobierno era crear unas
infraestructuras capaces de apartar a los Grandes del poder político, en los
casos en que estaban en el Gobierno por el simple hecho de ser Grandes, aupados
sin capacidad ni mérito para el puesto que decían desempeñar.
El equipo de la Ursinos estuvo en el Gobierno casi dos años,
hasta febrero de 1715.
Luis XIV no era el derrotado políticamente en 1713. Las
ventajas que Francia obtenía mediante el servicio de estos hombres al Gobierno
español eran obvias: el monopolio castellano sobre el comercio americano se
convirtió en pura teoría, pues la guerra y la alianza de Francia con España,
eran motivo para que los franceses tuvieran derecho de avituallamiento en los
puertos americanos, lo que aprovechaban para realizar comercio “ilegal”
disfrazado de legalidad. En la práctica era imposible distinguir entre
necesidades militares y comercio de particulares. Esta realidad, escandalizó a
españoles e indianos, que veían limitados sus derechos comerciales mientras los
franceses comerciaban libremente, y también a los británicos, que querían
condiciones iguales a las francesas. Complementariamente, algunos negociantes
franceses se instalaron en Cádiz, en el comercio legal, y desde allí enviaban
algunos barcos a puertos franceses en concepto de retribuciones al estado
francés por su aportación de hombres, armas y pólvora a la guerra española.
El viejo sistema de Gobierno de España.
En la península había un complejo sistema administrativo,
fruto de la historia acumulativa de instituciones, y de la diversidad de
territorios:
El sistema de Gobierno se basaba en los viejos Consejos, los
cuales unos habían sido suprimidos y otros continuarán hasta 1834. Se habían
suprimido el Consejo de Portugal, el Consejo de Flandes en 1703, el Consejo de
Aragón en 1707, y se suprimiría el Consejo de Italia en 1717, y se mantuvieron
el Consejo de Castilla, Consejo de Órdenes, Consejo de Hacienda, Consejo de
Indias y Consejo de Guerra. El asunto en 1713 era eliminar progresivamente competencias
a los Consejos e írselas atribuyendo a las Secretarías de Estado y Despacho.
Pero entretanto, se originó un sistema muy complejo de Gobierno, que no
eliminaba el “polisinodial” anterior (un Gobierno para cada territorio y varios
despachos con competencias universales) y que añadía otro central, que
perduraría hasta 1834-1836.
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