lunes, 16 de noviembre de 2015

Atahualpa

Cuando Atahualpa tenía 16 años de edad su padre Huayna Cápac decidió dejar Cuzco y marchar con él y con su hermano Ninan Cuyuchi hacia el norte del imperio al mando de un gran ejército, dejando a su hijo Huáscar como incap rantin (vicegobernador) de Cuzco.
En Quito, Huayna Cápac encargó a Atahualpa el mando de una campaña militar para someter a los punaneños (del Golfo de Guayaquil) quienes se negaban a pagar sus tributos.
Fue en esta permanencia de más de 10 años junto a su padre y a hábiles generales como Chalcuchímac y Quisquis que Atahualpa aprendió el arte de la administración y el gobierno; los cronistas lo describían intelectualmente como alguien de "vivos razonamientos y con mucha autoridad".


Atahualpa fue el decimotercer emperador inca, y pese a que tuvo sucesores nombrados por los conquistadores españoles es considerado como el último gobernante del Imperio inca.

Ahí permanecieron juntos por más de 10 años sofocando rebeliones y conquistando nuevas tierras. En 1525, Huayna Cápac murió en Quito de una extraña enfermedad, posiblemente de viruela. Lo mismo sucedió con Ninan Cuyuchi, pero en Tomebamba. La epidemia de viruela llegó también a Cuzco y mató a dos de los cuatro correinantes de Cuzco, haciendo que Huáscar fuese el preferido de los cuzqueños para asumir el gobierno.
Tras ser nombrado emperador inca por los nobles cuzqueños, Huáscar fue víctima de un golpe de estado fallido. Esta acción hizo que reinara la desconfianza en Huáscar; esta desconfianza, a su vez, desencadenó la antipatía de los nobles incas contra Huáscar.
Preocupado por la estrecha relación de Atahualpa con el poderoso ejército norteño, Huáscar le ordenó ir a Cuzco. Atahualpa fue convencido por los generales norteños de no ir, ya que si lo hacía sería ejecutado. No obstante envió emisarios con obsequios para convencer a su hermano de su buena fe, mas este los toma como afrentas torturándolos y enviándoselos con regalos denigrantes. Atahualpa se enoja por el maltrato a sus sirvientes y a su persona y marcha con las veteranas legiones quiteñas bajo el mando de Quisquis y Calcuchimac hacia el Cusco, enviando a su vez el inca Huáscar su propio ejército al norte para dar inicio a la cruenta guerra civil inca.
Terminada la guerra tras trece batallas (Mocha, Ambato, tres en Tomebamba, Cusibamba, Cochahuailla, Bombón, Yanamarca, Angoyacu, Tavaray y dos en Cotabamba), Huáscar fue tomado prisionero por los generales Quisquis y Chalcuchimac. En 1533, cuando Atahualpa ya estaba preso, ordenó su ejecución, por temor a que los españoles le devolvieran el trono; es decir, que no llegaron nunca a verse las caras desde que se inició la guerra.


Hernando de Soto


La embajada de Hernando de Soto

Terminada la contienda, Atahualpa se dirigió rápidamente hacia Cajamarca, donde lo esperaban los españoles a quienes quería conocer. Cuando Atahualpa se hallaba en Pultumarka (actual Baños del Inca), a media legua de Cajamarca, Francisco Pizarro envió a Hernando de Soto con 20 jinetes y un intérprete hacia el inca para decirle que lo estaban esperando en Cajamarca. Ahí, Atahualpa sorprendió a la embajada española, ya que según cuentan. Atahualpa confirmó que iría a Cajamarca al día siguiente.
Al día siguiente los españoles se escondieron en los principales edificios incas de la Plaza cajamarquina y esperaron. Unas horas después vieron el fenomenal ingreso de Atahualpa, con un desfile de 6.000 personas entre bailarines, nobles y guardias; cuya principal función no era combatir a los hispanos sino asustarlos y convencerlos de su poder; más aún, según los estándares de la guerra inca, creían que los extranjeros negociarían y se entregarían tras el banquete. Atahualpa esperaba encontrar al líder español con el cual comer y conversar, más al entrar a la plaza el único español que le salió al encuentro fue el fraile Vicente de Valverde, quien se comunicó con Atahualpa a través del intérprete Felipillo, aunque otras fuentes dicen que fue Maritimillo o ambos. El inca decidió tratar el asunto diplomático con el fraile compartiendo chicha en queros para iniciar la conversación, pero Valverde, temeroso de ser envenenado, lo tira al suelo enfureciendo al inca; después, para mayor indignación de este, efectuó el Requerimiento donde se le ordenó aceptar el cristianismo como religión verdadera y someterse a la autoridad del rey Carlos I de España y al papa Clemente VII. Acto seguido le entregó un misario y un anillo como regalo, Atahualpa al ver que carecían de significado para él, e indignado porque le insinuasen someterse a otro "señor" que ni conocía, los tiró al suelo. Esta acción fue el detonante para que el fraile saliera corriendo lleno de miedo y Pizarro diese la señal para el inicio del ataque. Los españoles rompieron el silencio al disparar su artillería y fusiles sobre los incas, y lanzaron la caballería.

Los súbditos que cargaban el anda de Atahualpa fueron también matados, pero según su función cuando algunos caían eran reemplazados de inmediato para evitar la caída de su señor. Al ver esta situación uno de los conquistadores intentó matar al inca con un cuchillo, pero Francisco Pizarro lo impidió atajándolo (inclusive se lastimó la mano al hacerlo) y ordenó que "nadie tocase al inca". 


Francisco Pizarro



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