¿Qué son las actas del azúcar y de la melaza? Se trata de
las leyes aprobadas por el Parlamento británico en 1733 y 1764, para la
regulación de los gravámenes fiscales sobre la importación de azúcar y melaza
en las colonias inglesas de América del Norte. Estas disposiciones pertenecían
al cuerpo general de legislación del Imperio británico conocido como Actas de
Comercio y Navegación, que durante los siglos XVII y XVIII reguló las
relaciones comerciales con las colonias ultramarinas a fin de obtener los
mayores beneficios para Inglaterra dentro de la doctrina económica del
mercantilismo. Aunque tanto el contrabando como la piratería en general fueron
subvencionadas por los gobiernos británico y holandés en un principio, llegó
un momento en el que los mercados propios también se vieron influenciados negativamente
por ésta sub-economía.
Las Actas de 1733 y 1764 iban dirigidas a eliminar la
importación ilegal de azúcar y melaza desde las colonias francesas y españolas
en las Indias Occidentales. Los destiladores de ron de las colonias británicas
obtenían la mayor parte de la melaza necesaria para su producción de las islas
de Santo Domingo y Martinica, bajo dominio español y francés respectivamente,
lo que perjudicaba a los plantadores de azúcar de las colonias inglesas de
Jamaica y Barbados. Éstos, bien representados en el Parlamento inglés,
exigieron al gobierno la protección de su producción mediante el monopolio del
mercado norteamericano del ron. De ahí que en 1733 el Parlamento aprobara la
primera Acta de la Melaza, que impuso un elevado gravamen arancelario (seis
peniques por galón) a las melazas procedentes de colonias extranjeras. La
adopción de esta medida no benefició a los plantadores británicos, ya que los
destiladores norteamericanos recurrieron al comercio ilegal procedente de las
Antillas españolas y francesas para seguir obteniendo melaza a un precio
inferior. Las autoridades británicas eran incapaces de controlar este
contrabando, debido a las dificultades que presentaba mantener un sistema aduanero
eficaz en un medio geográfico de tal amplitud como el norteamericano, y a la
complicidad de los mal remunerados funcionarios de aduanas con el comercio
clandestino.
La ineficacia del Acta
de 1733 y el aumento de los gastos de la administración imperial en las
colonias americanas provocaron la adopción de una nueva legislación arancelaria
en 1764, conocida como Ley de Ingresos. Dicha legislación fue el resultado del
proyecto de reforma fiscal emprendido por el ministro británico George
Grenville para obtener mayores ingresos ordinarios de las colonias
norteamericanas. Los gastos de mantenimiento de los establecimientos
coloniales, tanto civiles como militares, se habían disparado en las dos
décadas anteriores: de unas 70.000 libras en 1748 habían pasado a 350.000 en
1764 debido a las guerras con Francia. El gobierno de Londres y la clase
terrateniente inglesa consideraban que las colonias norteamericanas debían
contribuir en mayor medida al mantenimiento del Imperio británico. Los colonos,
en cambio, creían que su contribución llegaba al máximo de sus posibilidades
económicas. Sin embargo, era un hecho que la guerra colonial con Francia había
generado una deuda de 2.500.000 libras esterlinas. El Parlamento se
responsabilizó de parte de esta deuda, pero las colonias debían afrontar el
pago del montante mayor. Algunas provincias contribuían con sumas muy
importantes. Massachusetts, por ejemplo, pagaba 37.500 libras, cifra muy
elevada que no alcanzaban el resto de las colonias. Por otra parte, Inglaterra
obtenía ingresos muy escasos de la ineficaz recaudación aduanera, así como de
las rentas de las tierras del rey en las colonias norteamericanas. Los ingresos
obtenidos mediante contribuciones indirectas (derechos portuarios o ingresos
devengados del monopolio comercial) eran, en cambio, muy elevados, y alcanzaban
los dos millones de libras anuales.
La primera medida adoptada dentro del marco de la Ley de Ingresos de 1764 fue el Acta del Azúcar y de la Melaza. Su finalidad era doble: por una parte, buscaba aumentar el capítulo de ingresos ordinarios obtenidos de las colonias; por otra, intentaba proteger la producción británica según las doctrinas mercantilistas que dominaban las relaciones comerciales de Inglaterra con sus colonias. La puesta en vigor de estas medidas implicaba la reforma y fortalecimiento del servicio colonial de aduanas, que hasta entonces se había descuidado debido a lo costoso que resultaba en relación a los escasos ingresos que se obtenían de él.
George Washington |
El Acta de 1764 aumentó el gravamen sobre el azúcar
refinado. En cambio, redujo de seis a tres peniques las tasas sobre las melazas
extranjeras. Ello tendió a reforzar el monopolio virtual de los plantadores
británicos de Jamaica y Barbados sobre el comercio de la melaza. Además, el
Acta impuso tasas adicionales a gran número de artículos de lujo, como el café,
la seda y diversas manufacturas consideradas suntuarias. Derogó asimismo los
derechos aduaneros que gravaban las mercancías reexportadas a las colonias
desde los puertos ingleses y amplió la lista de los productos coloniales que
podían exportarse exclusivamente a Inglaterra. También canceló diversas
exenciones que habían disfrutado hasta entonces las colonias, como la
importación libre del vino de Madeira, bebida predilecta de las clases pudientes
norteamericanas, que fue gravado con una nueva tasa de siete libras el barril,
contra los diez chelines del vino de Oporto, cuya importación se hacía a través
de Inglaterra. El Acta contemplaba además medidas para reforzar el servicio de
aduanas. Entre ellas, el traspaso al Tribunal del Vicealmirantazgo de Nueva
Escocia de la jurisdicción sobre los asuntos relacionados con los ingresos
aduaneros del comercio marítimo, y el establecimiento de medidas muy severas
contra los patronos de barcos dedicados al contrabando.
La bajada del impuesto sobre la melaza no resultaba tan
temible para los productores norteamericanos como la posibilidad de una
recaudación eficaz de las nuevas tasas arancelarias. Hasta entonces, los
destiladores de ron de Rhode Island y Nueva Inglaterra se habían beneficiado de
la ineficacia del sistema aduanero colonial mediante la explotación del
comercio clandestino. La puesta en vigor de las medidas de control aduanero
previstas en el Acta y la bajada de las tasas convertirían la importación
ilegal de melazas extranjeras en un negocio poco rentable. El consiguiente pago
forzoso de los impuestos de las melazas importadas supondría un encarecimiento
brutal del precio del ron. Como escribiría posteriormente John Adams, “no es
ningún secreto que el ron fue un ingrediente esencial en la Revolución
norteamericana”.
Pero el Acta del Azúcar no sólo significó un perjuicio
económico para las provincias británicas de América del Norte. También planteó
un problema constitucional entre las colonias y su metrópolis. En el preámbulo
del Acta de 1764 se explicitaba que la imposición de las nuevas medidas
respondía a la necesidad de la Corona de incrementar sus impuestos ordinarios.
Ello suponía proclamar la libertad de la Corona británica para imponer arbitrariamente
medidas en su beneficio sin que las colonias pudieran intervenir en la
elaboración de unas leyes que tan directamente les afectaban. La aprobación de
estas medidas provocó un movimiento ciudadano de gran amplitud en las
provincias de América del Norte. Las protestas se multiplicaron en distintos
foros, desde organizaciones de comerciantes y destiladores, a reuniones
ciudadanas y asambleas provinciales. Letrados como Samuel Adams, opuestos al
ejercicio arbitrario de la autoridad imperial, proclamaron la ilegitimidad de
la Corona para fijar “impuestos sin representación”. La oposición
antibritánica, no obstante, permanecía aún desvertebrada.
Sin embargo, en 1765 una nueva disposición de Grenville, la
Stamp Act o Ley del Timbre, conseguiría cristalizar dicha oposición en un
movimiento políticamente organizado. Desde el punto de vista de la oposición
legalista colonial, la imposición de la Ley del Timbre significaba una nueva
muestra del ejercicio arbitrario del poder por parte de la Corona. La reacción
de los medios intelectuales y políticos coloniales frente a las disposiciones
de 1765-1765 planteó abiertamente la cuestión de la legitimidad del Parlamento
británico para legislar sobre las colonias en todos los ámbitos y produjo la
movilización de los grupos más poderosos y mejor organizados de la sociedad
colonial norteamericana: letrados, comerciantes, clérigos, hombres de negocios,
periodistas, etc. Personajes prominentes de todas las colonias, unidos en la
organización “Hijos de la Libertad”, dirigieron el movimiento de oposición en
diversas ciudades. Las Asambleas provinciales protestaron enérgicamente contra
las medidas de Grenville. En la Cámara de Burgueses de Virginia se afirmó la
inconstitucionalidad de la Ley de Ingresos y la incompetencia del Parlamento
británico para imponer en la colonia nuevas tasas y gravámenes. Los negocios
con Inglaterra quedaron prácticamente detenidos durante el verano de 1765. En
octubre, se reunió en Nueva York, a propuesta de Massachusetts, una asamblea
general de las provincias, conocida como Congreso de la Ley del Timbre. La
asamblea adoptó, entre otras, dos resoluciones de gran trascendencia para las
relaciones futuras de las colonias con la metrópolis: en primer lugar, la
incapacidad del Parlamento inglés para emitir legislación tributaria sobre las
provincias norteamericanas; en segundo lugar, la recomendación de un boicot
sistemático a los productos importados desde Inglaterra.
Pese a la destitución de Grenville en agosto de 1765, el
Parlamento británico no derogó el Acta del Azúcar y de la Melaza, ni renunció a
sus prerrogativas en materia de impuestos sobre las colonias norteamericanas.
En 1767, la aprobación de un nuevo paquete de medidas fiscales, conocido como
Leyes de Townshend, provocó un nuevo movimiento de resistencia que, si bien no
tuvo el cariz violento de algunas de las manifestaciones de 1764-1765,
significó la ruptura definitiva de los medios políticos e intelectuales de la
sociedad colonial norteamericana con Inglaterra y estuvo, por lo tanto, en el
origen del movimiento independentista.
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