La batalla es recordada como una obra maestra táctica.
La victoria francesa en
Austerlitz significó el final de la Tercera Coalición. El 26 de diciembre de
1805, Austria y Francia firmaron el Tratado de Presburgo, que significó la
salida de Austria de la guerra, reforzando los anteriores tratados de Campo
Formio y Lunéville, y obligando a los austríacos a ceder tierras a los aliados
alemanes de Napoleón e imponiendo a los derrotados Habsburgo una indemnización
de cuarenta millones de francos. A las tropas rusas se les permitió volver a su
país. La victoria en Austerlitz también permitió la creación de la
Confederación del Rin, una unión de estados alemanes que pretendía ser una zona
de separación entre Francia y Europa Central. En 1806 el Sacro Imperio Romano
Germánico dejó de existir cuando el emperador Francisco II mantuvo el de
Francisco I de Austria como su único título oficial. Sin embargo, estos logros
no aseguraron una paz duradera en el continente. La preocupación prusiana por
la creciente influencia francesa en Europa Central desató la Guerra de la
Cuarta Coalición en 1806.
Preámbulos
Europa había estado en crisis
desde el inicio de las Guerras revolucionarias francesas en 1792. En 1797, tras
cinco años de conflicto, la Primera República Francesa sometió a la Primera
Coalición. Se formó una Segunda Coalición en 1798, que también resultó
derrotada en 1801 y dejó a Gran Bretaña como el único oponente del Consulado
francés. En marzo de 1802 Francia y el Reino Unido acordaron poner fin a las
hostilidades con la Paz de Amiens, con la que por primera vez en diez años toda
Europa estaba en paz. Sin embargo, persistieron numerosos problemas entre ambas
partes que hicieron cada vez más difícil la implementación del tratado. El
Gobierno británico estaba resentido por tener que entregar la mayoría de sus
conquistas coloniales desde 1793 y Napoleón se enfureció porque los ingleses no
habían evacuado sus tropas de la isla de Malta. La tensa situación no hizo sino
empeorar cuando Napoleón envió una fuerza expedicionaria para aplastar la Revolución
haitiana. En mayo de 1803 el Reino Unido le declaró la guerra a Francia.
En diciembre de 1804 un
acuerdo anglo-sueco llevó a la creación de la Tercera Coalición. El primer
ministro británico William Pitt empleó 1804 y 1805 en una intensa actividad
diplomática orientada a formar una nueva coalición contra Francia y, en abril
de 1805, Gran Bretaña y Rusia firmaron una alianza. Habiendo sido derrotados
dos veces en tiempos recientes por Francia, Austria se unió a la coalición unos
meses después en busca de venganza.
Ejército Imperial francés
Antes de la formación de la
Tercera Coalición, Napoleón había reunido una fuerza de invasión llamada el
Ejército de Inglaterra en seis campos alrededor de Boulogne, en el norte de
Francia, con la intención de utilizarla para atacar las islas británicas.
Aunque nunca pusieron pie en suelo inglés, las tropas de Napoleón recibieron
una cuidadosa y muy valiosa formación para cualquier operación militar. A pesar
de que el aburrimiento hizo mella en las tropas, Napoleón las visitó en varias
ocasiones y realizó varias vistosas paradas militares para levantar su moral.
Los hombres de Boulogne
formaron el núcleo de lo que Napoleón más tarde llamaría La Grande Armée. Al
principio, este ejército francés contaba con unos 200 000 hombres organizados
en siete cuerpos, que fueron grandes unidades de campo que contaban con entre
36 y 40 cañones cada uno y eran capaces de acciones independientes hasta que otros
cuerpos acudieran a su rescate. Un solo cuerpo bien situado en una fuerte
posición defensiva podía sobrevivir al menos un día sin apoyo, dando así a la
Grande Armée un sinnúmero de opciones estratégicas y tácticas en cada campaña.
Como corolario a estas fuerzas, Napoleón creó una reserva de caballería de 22
000 unidades organizada en dos divisiones de coraceros, cuatro de dragones
montados, una de dragones desmontados y una de caballería ligera, todos con el
apoyo de 24 piezas de artillería.7 Para 1805 la Grande Armée había aumentado
hasta los 350 000 hombres, en general bien equipados, entrenados y dirigidos
por oficiales competentes.
Ejército ruso
El ejército ruso en 1805
conservaba muchas características de la organización del Antiguo Régimen: no tenía formación permanente por encima del nivel
de un regimiento, los oficiales de alto rango procedían en su mayoría de los
círculos aristocráticos y las comisiones eran generalmente vendidas al mejor
postor, independientemente de la competencia. El soldado ruso, en línea con la
práctica del siglo XVIII, era regularmente maltratado y castigado «para
inculcarle disciplina». Además, muchos oficiales de bajo rango estaban
pobremente entrenados y tenían dificultades para lograr que sus hombres
realizaran las maniobras a veces complejas requeridas en una batalla. Por el
contrario, los rusos tenían una buena artillería a cargo de soldados que
luchaban muy duro para evitar que sus piezas de artillería cayeran en manos del
enemigo.
El sistema de suministro del
ejército imperial ruso dependía de la población local y de sus aliados
austríacos, que le proveían de hasta el setenta por ciento de sus necesidades.
Sin un sistema de abastecimiento eficaz y organizado y sin extensas líneas de
suministro los soldados rusos encontraron dificultades para mantenerse listos
para el combate y con buena salud.
Ejército austríaco
El archiduque Carlos, hermano
del emperador, había empezado a reformar el ejército austríaco en 1801 mediante
la retirada de poder al Hofkriegsrat, el consejo militar y político responsable
de la toma de decisiones en las fuerzas armadas de Austria. Carlos era el mejor
comandante de campo de Austria, pero era impopular en la corte real y perdió
mucha influencia cuando, en contra de su consejo, decidió ir a la guerra contra
Francia. Karl Mack se convirtió en el nuevo comandante principal del ejército
austríaco e introdujo reformas en la infantería en vísperas de la guerra que
llevaron a que un regimiento estuviera compuesto por cuatro batallones de
cuatro compañías, en lugar de los anteriores tres batallones de seis compañías.
Este cambio súbito no se acompañó del correspondiente entrenamiento de oficiales,
por lo que estas nuevas unidades no fueron tan bien dirigidas como lo podrían
haber sido. La caballería austríaca era considerada la mejor de Europa, pero la
disgregación de sus unidades entre varias formaciones de infantería redujo su
efectividad contra sus agrupadas contrapartes francesas.
Movimientos preliminares
En agosto de 1805 Napoleón,
emperador de los franceses desde diciembre del año anterior, volvió las miras
de su ejército del canal de la Mancha al río Rin con el fin de hacer frente a
las amenazas austríacas y rusas. El 25 de septiembre, después de una frenética
y secreta marcha, 200 000 soldados franceses comenzaron a cruzar el Rin en un
frente de 260 km. Mack había reunido la mayor parte de las tropas austríacas en
la fortaleza de Ulm en Suabia (hoy en día el sur de Alemania). Napoleón movió
sus fuerzas al norte y realizó un movimiento de rodeo que los puso a retaguardia
de los austríacos. La maniobra fue bien ejecutada y el 20 de octubre Mack y 23
000 soldados austríacos se rindieron en Ulm, haciendo ascender la cifra total
de prisioneros austríacos en la campaña a 60 000. A pesar de que esta
espectacular victoria se vio ensombrecida por la derrota de la escuadra
franco-española en la batalla de Trafalgar al día siguiente, los éxitos
franceses en tierra continuaron con la caída de Viena en noviembre, donde
fueron capturados 100 000 mosquetes, quinientos cañones y varios puentes intactos
a lo largo del Danubio.
Mientras tanto, el retraso en
la llegada de las tropas rusas les impidió auxiliar a las tropas de campo
austríacas, por lo que estos se retiraron al noreste para esperar refuerzos y
enlazar con las unidades austríacas supervivientes. El zar Alejandro I designó
entonces al general Mijaíl Kutúzov como comandante en jefe de las tropas rusas
y austríacas, quien llegó al campo de batalla el 9 de septiembre de 1805 para
recoger información. Se puso rápidamente en contacto con el emperador austríaco
y sus cortesanos para discutir los planes y las cuestiones logísticas. Bajo la
presión de Kutúzov, los austríacos acordaron suministrar municiones y armas de
una manera oportuna y suficiente. Kutúzov también observó deficiencias en el
plan de defensa de Austria, que calificó de «muy dogmático». Además, se opuso a
la anexión de las tierras recientemente caídas bajo control de Napoleón, porque
esto haría que la población local desconfiara de los aliados. Sin embargo,
muchas de las propuestas de Kutúzov fueron rechazadas.
Los franceses continuaron
avanzando, pero pronto se encontraron en una posición poco envidiable: las
intenciones prusianas eran desconocidas y podían ser hostiles, los ejércitos
rusos y austríacos se habían unido y las líneas de comunicación francesas eran
ya extremadamente largas y requerían de fuertes guarniciones para seguir
abiertas. Napoleón se dio cuenta de que la única manera lógica de conseguir el
éxito en Ulm era forzar a los aliados a combatir y derrotarlos. En el lado
ruso, el comandante en jefe Kutúzov también se dio cuenta de ello, por lo que
en lugar de aferrarse al plan suicida de defensa austríaco, decidió retirarse.
Envió a Piotr Bagration con seiscientos hombres a contener a los franceses en
Viena y dio instrucciones al ejército aliado para aceptar la propuesta de alto
el fuego de Murat y así tener más tiempo para la retirada. Napoleón pronto se
dio cuenta de los errores de Murat y le ordenó perseguirlos, pero para entonces
los aliados ya se habían retirado a Olmutz. De acuerdo al plan de Kutúzov, los
aliados se retirarían más, hasta la región de los Cárpatos y, según sus
palabras, «en Galitzia, enterraré a los franceses»
Sin embargo, Napoleón no se
quedó quieto. El emperador francés decidió montar una trampa psicológica con el
fin de atraer a los aliados. Días antes de cualquier combate, Napoleón había
dado la impresión a los aliados de que su ejército se encontraba en un estado
débil y que deseaba una paz negociada. Sólo unos 53 000 soldados, incluidas las
fuerzas de Soult, Lannes y Murat, tomarían posesión del camino de Austerlitz y
Olmutz, atrayendo la atención del enemigo. Las fuerzas aliadas, con 89 000
hombres, parecerían ser muy superiores y podrían intentar el ataque. Sin
embargo, los aliados no sabían que los refuerzos de Bernadotte, Mortier y
Davout ya estaban a distancia de dar apoyo y podrían ser llamadas desde Iglau y
Viena, respectivamente, aumentando las fuerzas francesas a 75 000 soldados y
reduciendo la desigualdad numérica
La obra teatral
El plan de atracción no se
detuvo ahí. El 25 de noviembre el general francés Savary fue enviado al cuartel
general aliado en Olmutz con el fin de examinar en secreto la situación de las
fuerzas aliadas y entregar un mensaje que expresaba el deseo de Napoleón de
evitar una batalla. Como era de esperar, ello fue visto como un signo
inequívoco de debilidad. Cuando Francisco I ofreció un armisticio el 27,
Napoleón expresó un gran entusiasmo en la aceptación del mismo. El mismo día,
Napoleón ordenó a Soult abandonar tanto Austerlitz como los Altos de Pratzen y
también crear una imagen de caos durante la retirada, lo que haría que los
aliados ocuparan los altos. Al día siguiente, 28 de noviembre, el emperador
francés solicitó una entrevista personal con Alejandro I, tras lo que recibió
la visita del ayudante más impetuoso del zar, el conde Dolgorouki. La reunión
fue parte del engaño, pues Napoleón expresó intencionadamente ansiedad y duda a
sus adversarios y Dolgorouki informó de todo al zar como una indicación adicional
de la debilidad francesa.
El plan tuvo éxito. Muchos de
los oficiales aliados, incluidos los ayudantes del zar y el jefe del estado
mayor austríaco, Franz von Weyrother, apoyaron firmemente la idea de atacar
inmediatamente y, aparentemente, influyeron en la opinión del zar. La idea de
Kutúzov fue rechazada y las fuerzas aliadas cayeron en la trampa que Napoleón
había creado.
Siguiente entrada… La batalla de Austerlitz.
El texto está disponible bajo
la Licencia Creative Commons Atribución Compartir Igual 3.0; podrían ser
aplicables cláusulas adicionales. Léanse los términos de uso para más
información.
Wikipedia® es una marca
registrada de la Fundación Wikimedia, Inc., una organización sin ánimo de
lucro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario