Miguel López de
Legazpi
Miguel López de Legazpi nació en la localidad guipuzcoana de
Zumárraga, España, con dudas sobre el año de nacimiento, que podría ser 1502,
1503, 1504, 1505 o incluso 1510, y murió en Manila, Filipinas, el 20 de agosto
de 1572. Proveniente de una familia de la pequeña nobleza guipuzcoana, con el
título de hidalgo, fue el segundo hijo de Juan Martínez López de Legazpi y
Elvira de Gurruchategui. Su casa natal, denominada Jauregi Haundia (el Palacio
grande en euskera), pero mucho más conocida como Miguel López de Legazpi dorretxea
(Casa-Torre Legazpi), se conserva en Zumárraga.
Su padre luchó en Italia y en Navarra con las tropas de la
corona de Castilla. Legazpi realizó estudios de letrado y eso le valió para
ocupar el cargo de concejal en el Ayuntamiento de Zumárraga en 1526, y al año
siguiente el de escribano en la Alcaldía Mayor de Areria (Guipúzcoa), que ocupó
a la muerte de su padre y en la que fue confirmado por el Rey el 12 de abril de
1527. El virrey de México, Luis de Velasco, lo define en una de sus cartas como
hijohidalgo notorio de la casa de Lezcano.
Viaje a México
En 1545 se trasladó a México, donde vivió durante 20 años.
Ocupó diversos cargos en la administración de la colonia de Nueva España; fue
Escribano Mayor en 1551 y Alcalde Mayor de la ciudad de México en 1559, 38 años
después de su conquista. Antes había trabajado en la Casa de la Moneda en
puestos de responsabilidad. Se casó con Isabel Garcés, hermana del obispo de
Tlaxcala Julián Garcés, y de dicha unión nacieron nueve hijos (cuatro varones y
cinco mujeres). En 36 años de estancia en Nueva España (de 1528 a 1564) reunió
una importante fortuna.
La casa de Legazpi en la capital azteca fue una de las
principales y a ella acudían muchos recién llegados de España para solicitar
ayuda y consejo. Su hijo Melchor define de esta manera la casa de su padre en
una carta dirigida al Rey:
“…muchos hidalgos y caballeros pobres que iban de estos reinos iban sin
conocerle a su casa por la antigua costumbre que de siempre en ella hubo y
porque a las personas tales siempre en ella se les dio de comer y vestir y lo
necesario. Lo cual ha sido cosa muy notoria y sabida en todo aquel reino.”
Las expediciones anteriores no habían logrado realizar la
ruta de vuelta por el Gran Golfo, que era como se llamaba entonces al Pacífico hasta
México. Felipe II determinó que había que explorar la ruta desde México a las
islas Molucas y encargó la expedición de dos naves a Luis de Velasco, segundo
virrey de Nueva España, y al fraile agustino Andrés de Urdaneta, que era
familiar de López de Legazpi, que ya había viajado por esos mares. La carta en
la que el rey pide a Urdaneta que se sume a la expedición dice así:
“El rey: Devoto Padre Fray Andrés de Urdaneta, de la orden de Sant
Agustín: Yo he sido informado que vos siendo seglar fuisteis en el Armada de
Loaysa y pasasteis al estrecho de Magallanes y a la Espacería, donde
estuvisteis ocho años en nuestro servicio. Y porque ahora Nos hemos encargado a
Don Luis de Velasco, nuestro Virrey de esa Nueva España, que envíe dos navíos
al descubrimiento de las islas del Poniente, hacia los Malucos, y les ordene
los que han de hacer conforme a la instrucción que es le ha enviado; y porque
según de mucha noticia que diz que tenéis de las cosas de aquella tierra y
entender, como entendéis bien, la navegación della y ser buen cosmógrafo, sería
de gran efecto que vos fuesedes en dichos navíos, así para toca la dicha
navegación como para servicio de Dios Nuestro Señor y y nuestro. Yo vos ruego y
encargo que vais en dichos navíos y hagáis lo que por el dicho Virrey os fuere
ordenado, que además del servicio que hareis a Nuestro Señor yo seré muy
servido, y mandaré tener cuenta con ello para que recibáis merced en hobiere
lugar.”
De Valladolid a 24 de Septiembre de 1559 años. Yo el Rey
Las Filipinas, que habían sido descubiertas en el viaje, el
primero, alrededor del mundo que realizaron Magallanes y Elcano, caían dentro
de la demarcación portuguesa según el Tratado de Tordesillas de 1494, pero aun
así Felipe II quería rescatar a los supervivientes de la expedición anterior de
Villalobos (1542–1544), que fue quien bautizó al archipiélago con el nombre de
Filipinas en honor al, entonces príncipe, Felipe, el próximo Rey Felipe II.
Velasco hizo los preparativos en 1564 y López de Legazpi, ya
viudo, fue puesto al mando de dicha expedición a propuesta de Urdaneta, siendo
nombrado por el Rey «Almirante, General y Gobernador de todas las tierras que
conquistase», aun cuando no era marino. La expedición la componían cinco
embarcaciones y Urdaneta participaba en ella como piloto. Legazpi vendió todos
los bienes, a excepción de la casa de México, para hacer frente a la
expedición, que sufrió retrasos debido a la atracción que la Florida empezó a
tener entre los colonos mexicanos. Enroló en la expedición a su nieto Felipe de
Salcedo, así como a Martín de Goiti en calidad de capitán de artillería.
El 1 de septiembre de 1564, el presidente y oidores de la
Real Audiencia de México dan a Legazpi el documento donde especifican las
instrucciones y órdenes que llevaba la expedición. El extenso documento, que
ocupaba más de 24 páginas, detallaba todo un código de normas de control,
comportamiento y organización, así como la recomendación de dar buen trato a
los naturales, que llegaba hasta a indicar cómo se debían de repartir las raciones
y evitar que existieran bocas inútiles;
“... que no haya en la dicha Armada, criados ni mozos de servicio
superfluos... y si más gente fuera, en especial de la inútil...”
Aunque hace una salvedad en cuanto al servicio, al conceder
una docena de personas destinadas a esas labores prohibiendo cualquier subida a
bordo de otro tipo, dice el documento en este punto:
“Otrosi: no consentiréis que por vía ni manera alguna se embarquen ni
vayan los dichos navíos, indios o indias, negros o negras, ni mujeres algunas, casadas
ni solteras de cualquier calidad y condición que sea, salvo hasta una docena de
negros y negras de servicio, los cuales repartiréis en todos los navíos, como
os pareciese.”
Con las cinco naves y unos 350 hombres, la expedición que
encabezaba López de Legazpi partió del puerto de Barra de Navidad, Jalisco, el
21 de noviembre de 1564 después de que el 19 de noviembre se bendijeran la
bandera y los estandartes.
De la isla de Guam a Filipinas
La expedición atravesó el Pacífico en 93 días y pasó por el
archipiélago de las Marianas. El 22 de enero desembarcaron en la isla de Guam,
conocida por isla de los Ladrones, que identifican por el tipo de velamen de
sus embarcaciones y canoas que ven. Legazpi ordena lo siguiente:
que ninguna persona de la Armada fuese osado de saltar a
tierra sin su licencia y los que en ella saltasen no hicieran fuerza, agravio
ni daño alguno a los naturales ni de ellos tomasen cosa ninguna, así en sus
bastimentas como de otras cosas, y que no les tocasen en sus sementeras, ni
labranzas, ni cortasen palma ni otro árbol alguno, y que no diesen ni
contratasen con los naturales cosa ninguna de ningún género que fuese, sino
fuese por mano de los Oficiales de Su Majestad, que tenían cargo de ello, so
graves penas, y a los Capitanes que lo consintieran, so pena de suspensión de
sus oficios.
Compraron alimentos a los nativos y tomó posesión de la isla
para la Corona española. El 5 de febrero salen rumbo hacia las llamadas Islas
de Poniente, las Filipinas. El día 15 toca tierra en la isla de Samar, en donde
el Alférez Mayor, Andrés de Ibarra, tomó posesión de la misma previo acuerdo
con el dirigente local. El 20 del mismo mes se hacen de nuevo a la mar y llegan
a Leite, en donde Legazpi levanta el acta de rigor de toma de posesión, aún con
la hostilidad de sus habitantes. El 5 de marzo llegan al puerto de Carvallán.
La escasez de alimentos impulsó la búsqueda de nuevas bases,
para lo que se fueron extendiendo los dominios españoles sobre las diferentes
islas, llegando a dominar gran parte del archipiélago, a excepción de Mindanao
y las islas de Sulú. Esta expansión se realizó con relativa facilidad, al estar
los diferentes pueblos que ocupaban las islas enfrentados los unos a los otros,
y al establecer Legazpi relaciones amistosas con algunos de ellos, por ejemplo,
con los nativos de Bohol mediante la firma de un «pacto de sangre» con el jefe
Sikatuna. Los abusos que en el pasado habían cometido los navegantes
portugueses en algunos puntos del archipiélago motivaron que algunos pueblos opusieran
a Legazpi una fuerte resistencia.
En una reunión deciden establecer un campamento para pasar
el invierno en la isla de Cebú, que estaba muy habitada y tenía mucha provisión
de alimentos, a la que llegan de nuevo el 27 de abril. Estiman que...
“…si no quisieren los naturales de la tierra dalles bastimentos por
precios justos y usados y ser amigos nuestros, como el general pretendía, se
les podrá hacer guerra justamente.”
Sus ansias de paz toparon con los recelos del gobernador
local, el Rajah Tupas, que era hijo del que años antes había liquidado a 30
hombres de la expedición de Magallanes en un banquete trampa. Legazpi intentó
negociar un acuerdo de paz, pero Tupas mandó a una fuerza de 2.500 hombres
contra las naves de los españoles. Después de la batalla, Legazpi volvió a
intentar acordar su establecimiento pacífico y de nuevo fue rechazado.
Las tropas españolas desembarcaron en tres bateles al mando
de Goiti y Juan de la Isla, y los navíos dispararon sus cañones contra el
poblado, destruyendo algunas casas y haciendo huir a los habitantes. Los
españoles, que tenían una necesidad imperiosa de abastecimiento, registraron la
población sin encontrar nada que pudiera servirles.
En el registro, un bermeano encuentra en una choza la imagen
del Niño Jesús (al que llamarían Invención del Niño Jesús y que actualmente
está en la iglesia que posteriormente construyeron los Agustinos en Cebú) y que
debía de proceder de alguna expedición anterior. Legazpi manda iniciar los
trabajos del fuerte, que comienzan con el trazado del mismo el 8 de mayo. Ante
estos hechos, el rey Tupas acompañado por Tamuñán se presentó a Legazpi, que
los recibió en su barco La Capitana, para acordar la paz. Se realiza el
juramento de sangre, que consistió en que
“…el gobernador se sangró el pecho en una taza y lo mismo el Tupas y
Tamuñán, y se sacara la sangre de todos tres se revolvió con un poco de vino,
el cual se echó en tres vasos, tantos el uno como el otro lo bebieron todos los
tres, á la par, cada uno su parte”
Funda allí los primeros asentamientos españoles: la Villa
del Santísimo Nombre de Jesús y la Villa de San Miguel, hoy Ciudad de Cebú, que
se convertiría en la capital de las Filipinas y en base de la conquista de las
mismas.
Legazpi envía a su nieto Felipe de Salcedo de vuelta a México
y lleva de cosmógrafo a Urdaneta, que informó del descubrimiento de la ruta de
navegación por el norte del Pacífico hacia el este y se opuso a su conquista al
caer dentro de los dominios asignados a los portugueses. Estos mandaron una
escuadra a la conquista de la recién fundada Villa de San Miguel, pero fue
rechazada en dos ocasiones, en 1568 y 1569.
Como respuesta a la expulsión española de las Molucas,
Felipe II decidió mantener el control sobre las Filipinas. Para ello nombró a
Legazpi gobernador y capitán general de Filipinas y envió tropas de refuerzo.
En Cebú, Legazpi tuvo que hacer frente a un levantamiento de
algunos de los gentilhombres, que acaban derrotados y en la horca.
En 1566 llega el galeón San Gerónimo desde México, con lo
que queda definitivamente confirmada la ruta. En 1567, 2.100 españoles, los
soldados mexicanos y los trabajadores llegaron a Cebú por órdenes del rey.
Fundan una ciudad y construyen el puerto de Fortaleza de San Pedro, que se
convirtió en su puesto avanzado para el comercio con México y la protección
contra rebeliones nativas hostiles y los ataques de los portugueses, que fueron
definitivamente rechazados. Las nuevas posesiones fueron organizadas bajo el
nombre de islas Filipinas.
Legazpi destacó como administrador de los nuevos dominios,
en donde introdujo las encomiendas, tal como se hacía en América, y activó el
comercio con los países vecinos, en especial con China, para lo que aprovechó
la colonia de comerciantes chinos establecidos en Luzón desde antes de su
llegada. La cuestión religiosa quedó en manos de los Agustinos dirigidos por
fray Andrés de Urdaneta.
La conquista siguió por las islas restantes, Panay (donde
estableció su nueva base), Masbate, Mindoro y, finalmente, Luzón, donde
encontró la gran resistencia de los tagalos.
Fundación de Manila
La prosperidad del asentamiento de Maynilad atrajo la atención
de Legazpi en cuanto este tuvo noticias de su existencia en 1568. Para su
conquista mandó a dos de sus hombres, Martín de Goiti y Juan de Salcedo, en
expedición al mando de unos 300 soldados. Maynilad era un enclave musulmán,
situado al norte de la isla de Luzón, dedicado al comercio.
Salcedo y Goiti llegaron a la bahía de Manila el 8 de mayo
de 1570, después de haber librado varias batallas por el norte de la isla
contra piratas chinos. Los españoles quedan sorprendidos por el tamaño del
puerto y son recibidos amistosamente, acampando por algún tiempo en las
proximidades del enclave. Al poco tiempo se desataron incidentes entre los
nativos y los españoles y se produjeron
dos batallas, siendo derrotados los
nativos en la segunda de ellas, con lo que el control de la zona pasó a manos
españolas después de los correspondientes protocolos y ceremonias de paz, que
duraron tres días. Fue el Rajah Matanda quien entregó Maynilad a López de
Legazpi.
Legazpi llegó a un acuerdo con los gobernantes locales
Rajahs Suliman, Matanda y Lakandula. En el mismo se acordaba fundar una ciudad
que tendría dos alcaldes, 12 concejales y un secretario. La ciudad sería doble,
la intramuros, española, y la extramuros indígena.
Con la conquista de Maynilad se completó el control sobre la
isla de Luzón, a la que Legazpi llamó Nuevo reino de Castilla. Reconociendo el
valor estratégico y comercial del enclave, el 24 de junio de 1571 Legazpi
fundaba la Siempre Leal y Distinguida Ciudad de España en el Oriente de Manila
y la convirtió en la sede del gobierno del archipiélago y de los dominios
españoles del Lejano Oriente.
La edificación de la ciudad —dividida en dos zonas, la de
intramuros y la de extramuros— se debió a la real orden que Felipe II emitió
desde el Monasterio de San Lorenzo del Escorial el 3 de julio de 1573, y en la
que se planificaba la zona de intramuros al estilo español de la época, con
carácter defensivo según planos de Herrera, arquitecto de El Escorial, y
dejando extramuros para las aldeas indígenas que más tarde darían lugar a
nuevos pueblos y acabarían, con el tiempo, integrando la urbe de Manila.
Cuatro años después de su fundación, Manila sufrió un ataque
a manos del pirata chino Lima-Hong. El gobernador Guido de Lavezares y el
maestre de campo Juan de Salcedo, al mando de 500 españoles, expulsaron a la
flota mercenaria chino-japonesa.
Manila en 1898 |
Muerte de Legazpi
Después de proclamar a Manila capital del archipiélago de
las Filipinas y de los dominios españoles del Lejano Oriente, López de Legazpi
trasladó allí su residencia. Permaneció en Manila hasta su muerte el 20 de
agosto de 1572. Miguel López de Legazpi murió de un ataque cerebrovascular y en
una situación económica precaria, sin saber que el rey Felipe II había firmado
una Real Cédula por la que le nombraba Gobernador vitalicio y Capitán General
de Filipinas y le destinaba una paga de 2000 ducados.
Fray Andrés de Urdaneta definía a Miguel López de Legazpi el
1 de enero de 1561, en una carta dirigida al rey Felipe II de la siguiente
forma:
El virrey don Luis de Velasco ha nombrado por general para
esta jornada a Miguel López de Legazpi, natural de la provincia de Guipúzcoa e
veçino desta çiudad donde ha seido casado y al presente está viudo, e tiene
hijos ya hombres e hijas casadas que tienen ya hijos, tiene otras hijas ya
mugeres para podellas casar; es de edad de más de çinquenta años, es hijodalgo
conocido, onrrado e virtuoso e de buenas costumbres y exemplo, de muy buen
juicio e natural, cuerdo y reportado, e ombre que ha dado siempre buena quenta
de las cosas que se le han encomendado del serviçio de V.M. Espero en Dios que
ha de ser muy açeptado en quél vaya por caudillo de la jornada.
Durante la conquista, escribió al Rey varias cartas, las
cuales están guardadas bajo el título de Cartas al Rey Don Felipe II sobre la
expedición, conquistas y progresos de las islas Filipinas en el Archivo de
Indias en Sevilla.
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