martes, 1 de noviembre de 2016

La piratería berberisca

Piratería berberisca

Un capitán británico es testigo de las miserias que pasaban los esclavos cristianos en Argelia en el año 1815
Batalla entre la fragata británica HMS Mary Rose y siete piratas argelinos, 1669.
Los piratas berberiscos, también a veces llamados corsarios otomanos, fueron piratas y corsarios musulmanes que actuaron desde el Norte de África (la "Costa berberisca"), donde tenían sus bases. Actuaron desde Túnez, donde tenían su base más importante en la isla de Yerba, la más grande del norte de África, conocida entre los españoles como Los Gelves y provista de un magnífico puerto natural,1 y también desde TrípoliArgelSalé y otros puertos de Marruecos, acosando el tráfico marítimo en el mar Mediterráneo occidental desde el tiempo de las Cruzadas, lo que se hizo especialmente intenso tras la caída de Constantinopla (1453) en manos de los turcos otomanos. Las "razias" de estos piratas también se dirigieron a los barcos mercantes que viajaban a Asia, rodeando África, hasta principios del siglo XIX. Sus plazas fuertes estaban situadas en varios puntos de la costa de África del Norte conocida como la costa berberisca (término que define al Magreb, al ser sus habitantes originales de etnia bereber). Además de apoderarse de los buques europeos, perpetraban razias en los pueblos costeros y villas de Europa, sobre todo en las costas de ItaliaFranciaEspaña y Portugal, pero también en Gran Bretaña e Irlanda, los Países Bajos y tan lejanos como Islandia. El objetivo principal de sus ataques era capturar esclavos cristianos para el comercio de esclavos otomana, así como el mercado musulmán en general, en el norte de África (Marruecos y Argelia) y Oriente Medio.2
Si bien estas incursiones iniciaron tan pronto los musulmanes iniciaron la conquista de esta región, los términos' piratas berberiscos y corsarios berberiscos' se aplican por lo general a los asaltantes musulmanes que estuvieron activos desde el siglo XVI en adelante, una vez la frecuencia y la amplitud de los ataques esclavistas aumentaron y Argel, Túnez y Trípoli cayeron bajo el dominio del Imperio otomano, ya sea como provincias o dependencias autónomas conocidas como los Estados berberiscos. Se llevaron a cabo redadas similares desde la Salé y otros puertos en Marruecos.
Los corsarios capturaron miles de barcos, y amplios tramos del levante de España e Italia fueron casi totalmente abandonadas por sus habitantes, desalentándose la población de estas áreas hasta el siglo XIX. Del siglo XVI al siglo XIX, los corsarios habrían capturado un estimado de 800.000 a 1,25 millones de personas que fueron vendidas en el mercado musulmán de esclavos, sin considerar los millones de personas que habrían muerto, ya que por lo general solo vendían mujeres y los hombres eran decapitados.2
Algunos corsarios eran parias de Europa y conversos como John Ward y Zymen Danseker.3 Los piratas europeos llevaron técnicas de navegación y construcción naval avanzada a la costa Barberisca alrededor del año 1600, lo que permitió a los corsarios expandir sus actividades hasta el océano Atlántico3 y el impacto de las redadas de Berbería alcanzó su punto máximo a principios y mediados del siglo XVII.
El alcance de la actividad corsaria comenzó a disminuir en la última parte del siglo XVII, ya que los más poderosos navíos europeos empezaron a obligar a los Estados de Berbería a hacer la paz y dejar de atacar a los navíos cristianos. Sin embargo, sin esta protección, los barcos y las costas de los estados cristianos continuarían sufriendo hasta principios del siglo XIX. Después de las guerras napoleónicas y el Congreso de Viena de 1814 a 1815, las potencias europeas acordaron la necesidad de suprimir los corsarios berberiscos del todo y se logró contener la amenaza en gran parte, aunque incidentes ocasionales continuarían sucediendo hasta que finalmente se controlara el peligro que suponían los musulmanes para las costa europea con la conquista francesa de Argelia en el año 1830.
Los más famosos corsarios fueron los hermanos otomanos Barbarroja, el apodado Hızır (Jeireddín) y su hermano mayor Oruç, que tomaron el control de Argel a principios del siglo XVI y lo convirtieron en el centro de la piratería Mediterránea durante los siguientes tres siglos, así como establecieron la presencia del Imperio otomano en África del Norte que duró cuatro siglos. Otros famosos corsarios-almirantes otomanos incluyen a Turgut Reis (conocido como Dragut en Occidente), Kurtoğlu (conocido como Curtogoli en Occidente), Kemal ReisSalih ReisKoca Murat Reis y Tybalt Rosembraise.

Historia[editar]

Mercado de esclavos
La piratería musulmana en el Mediterráneo se conoce desde el siglo IX con el Emirato de Creta. No fue sino hasta finales del siglo XIV que los corsarios tunecinos se convirtieron en una amenaza lo suficientemente importante como para convocar una coalición franco-genovesa para atacar Mahdia en el año 1390, también conocido como la cruzada berberisca. Exiliados moros de la Reconquista y los piratas del Magreb se sumaron a la piratería, pero sería con la expansión del Imperio otomano, un imperio musulmán, y la llegada del corsario y almirante Kemal Reis en el año 1487 que los corsarios berberiscos se convertirían en la verdadera amenaza para la población y navíos cristianos.

Los corsarios berberiscos[editar]

Aruj, también conocido como Baba Aruj o Barbarroja.
Desde muy antiguo —como atestigua la campaña llevada a cabo por Julio César contra los piratas— y organizadamente desde el siglo XIV, el mar Mediterráneo conoció numerosas incursiones de piratas y corsarios turcos y berberiscos que atacaban las naves y costas europeas en medio del conflicto entre el cristianismo y el Islam, que culminó con la conquista cristiana de Granada y la turca de ConstantinoplaChipre y Creta.
Los berberiscos contaban con los importantes puertos de TángerPeñón de Vélez de la GomeraSargelMazalquivir y los bien defendidos en Túnez y Argelia, incluso Trípoli, desde los que atacar cualquier punto del sur europeo y refugiarse con rapidez llevando los rehenes por los que se pedía rescate.
Debe tenerse en cuenta que la piratería a naves cristianas era considerada por los berberiscos una forma de Guerra Santa y, por tanto, noble y ejemplarizante.
Desde estas fortalezas, los berberiscos atacaban los puertos del sur de la península ibérica, el archipiélago de las islas BalearesSicilia y el sur de la península itálica. Tanto es así que el cronista Sandoval escribió:
Diferentes corrían las cosas en el agua: porque de África salían tantos corsarios que no se podía navegar ni vivir en las costas de España.
Sandoval4
Puede sorprender que un peligro tan grande durara tantos siglos, especialmente sabiendo que aquellos puertos no eran partes de un Estado centralizado (el poder de los sultanes era nominal) y el tribalismo predominaba en la región, dividiendo las fuerzas frente a un ataque de Europa. Autores como Ramiro Feijoo puntualizan que aquella región tenía un escaso o nulo valor económico para las monarquías de Zaragoza o Valladolid. Sin embargo, la situación cambió con la firma de la Paz de Lyon en 1504 y los ataques berberiscos a ElcheMálaga y Alicante en 1505.
Los especialistas consideran un error pensar que la península ibérica sufría muchos más ataques que la Itálica. No obstante, la primera contaba con el conocimiento de la lengua, las costas y las costumbres de los andalusíes que habían abandonado la península con la Reconquista. Muchos de ellos se convirtieron en guías, lenguas, aladides, leventes o incluso capitanes4 y, ya en tierra, contaban con la connivencia de los otros andalusíes que reclamaban aquella tierra invadida como suya. De esta manera, las viejas incursiones medievales, como la cabalgada o la algarada, vuelven a practicarse desde el mar.
En los primeros años del siglo aparece un personaje que, apoyado por los gobernantes otomanos y bereberes, se dedicó a atacar numerosas naves europeas, principalmente españolas e italianas: era Barbarroja. Este corsario llegó incluso a recibir de manos del rey de Túnez, en 1510, el gobierno de la isla de Yerba, desde donde siguió organizando pillajes y ataques, tales como la conquista de la ciudad de Mahón en 1535. Tras su muerte, su hermano Jeireddín, que había heredado de él el apodo de Barbarroja, llegó a empequeñecer la leyenda de Aruch. Tanto es así que el Abate de Brantone, en su libro sobre la Orden de Malta, escribió de él: «Ni siquiera tuvo igual entre los conquistadores griegos y romanos. Cualquier país estaría orgulloso de poder contarlo entre sus hijos.»5
La mayor parte de las naves berberiscas eran galeras de poca altura, propulsadas por remos. Los remos eran bogados por multitud de esclavos no musulmanes, algunos raptados de países europeos y otros comprados en el África Subsahariana. La galera generalmente tenía un solo mástil con una vela cuadrangular. Las acciones berberiscas fueron aumentando en número y osadía, llegando a tomar posesiones en IbizaMallorca y en la propia España peninsular con ataques en Almuñécar o Valencia.5 Bien es verdad que muchas de estas acciones culminaban con éxito gracias a la cooperación que los argelinos y tunecinos obtenían de los moriscos, hasta que fueron expulsados por Felipe III.
Pese a ser el Atlántico el principal foco de atención de los Austrias, las acciones en el Mediterráneo nunca se descuidaron. Actualmente toda la costa mediterránea española está todavía jalonada por torres de vigilancia (desde donde una siempre divisa otras dos) y torres de guardia para defender las costas (un ejemplo es Oropesa del Mar, en Castellón). Estos piratas dieron origen a una frase que ha perdurado desde entonces: «No hay moros en la costa». Lo mismo que las acciones de la que hoy llamaríamos sociedad civil, para aliviar el sufrimiento de los cautivos y sus familias con la fundación de la orden de los Mercedarios dedicados únicamente a reunir rescates.
Pero no se debe caer en la idea de que los reyes españoles se limitaban a desplegar una estrategia defensiva. Las operaciones que culminaron con la toma de Túnez y el intento de toma de Argel por Carlos V y Juan de Austria, incluso la misma batalla de Lepanto(1571) protagonizada por este último estratega, fueron los principales y más grandes intentos de combatir esta piratería que suponía un auténtico martirio para España y otras naciones europeas.
El apogeo de la piratería berberisca llegó en el siglo XVII, en un momento en que muchos antiguos piratas ingleses —después que el rey Jacobo I de Inglaterra proclamase formalmente el fin del corso en junio de 1603— también colaboraron en la conocida como piratería anglo-turca, una alianza de protestantes y musulmanes que intentaba aparentemente combatir el catolicismo, pero que en realidad buscaba el enriquecimiento personal. Gracias en parte a las innovaciones del diseño naval introducidas por el renegado cristiano Simon Danser, los corsarios norteafricanos extendieron sus ataques prácticamente por todo el litoral del Atlántico Norte. De esta época datan ataques tan al norte como en Galicia, las islas Feroe e incluso Islandia. Es posible que incluso alguno de estos barcos hubiese alcanzado las costas de Groenlandia de forma puntual. En el siglo XVIII la práctica, lejos de decrecer, se mantuvo e incluso aumentó en algunos momentos gracias a la disminución del dominio marítimo español sobre el Mediterráneo occidental con la pérdida de Orán y Mers-el-Kebir durante la Guerra de Sucesión Española de 17001714.
Las acciones de los piratas berberiscos no remitirían hasta comienzos del siglo XIX, cuando países como Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos cesaron de pagar tributos a los reyes berberiscos y comenzaron a realizar campañas de castigo contra la base pirata de Argel. Ésta vio destruida gran parte de su flota en 1816, y en 1830 cayó ante las fuerzas francesas, que la usarían como punto de partida para crear la colonia de Argelia a lo largo del siglo siguiente. La presión internacional y la derrota del Imperio otomano, llevaron al fin de la piratería en MarruecosTúnez y Tripolitania en los años siguientes.

Esclavitud en los Estados barberiscos[editar]

Si bien los corsarios berberiscos se dedicaban a saquear la carga de los buques que captuban, su objetivo principal era capturar y esclavizar a cristianos ya sea en tierra como en el mar. Por lo general, los esclavos eran vendidos u obligados a trabajar o prostiturse en el norte de África.
Monjes cristianos recogían dinero para poder liberar a los esclavos.
El historiador Robert C. Davis estima que entre 1530 y 1780 fueron capturados y llevados como esclavos entre 1 a 1.250.000 de europeos (cifras conservadoras) a África del Norte, principalmente Argel, Túnez y Trípoli pero también en Estambul y Salé.6
La captura era solo la primera parte del viaje de pesadilla de un esclavo. Muchos esclavos murieron en los barcos durante el largo viaje de regreso al norte de África debido enfermedades, falta de comida y agua. Los que sobrevivieran eran exhibidos cuando caminaban hacia la ciudad en su camino a la subasta de esclavos. Los esclavos tendrían que estar de pie desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde, mientras que los compradores pasaban y los observaban. Posteriormente seguía la subasta, donde los musulmanes del pueblo iban a pujar por los esclavos que querían comprar y una vez terminaba, el gobernador de Argel (Dey) podía comprar cualquier esclavo que quería por el precio que se subastó. Durante las subastas de los esclavos cristianos eran obligados a correr y saltar para mostrar su fuerza y resistencia. Después de la compra, estos esclavos tenían dos opciones, ser rescatados a cambio de dinero u obligados a trabajar, prostituirse u otras actividades. Los esclavos fueron utilizados para una amplia variedad de trabajos, desde el trabajo manual duro para las tareas del hogar, esclavas sexuales en el Harén u otras. Por la noche, los esclavos eran llevados a cárceles denominadas bagnios, que eran por lo general calurosas y estaban abarrotadas.

Origen religioso de la esclavitud berberisca[editar]

Masacre de 600-900 judíos y posterior esclavitud de 1000 mujeres que marca el inicio de la esclavitud en el Islam
El Corán incluye múltiples referencias a los esclavos, esclavas, el concubinato esclavo, y la liberación de los esclavos. También acepta la institución de la esclavitud. Cabe señalar que la palabra 'abd' (esclavo) se utiliza muy poco, siendo casi siempre sustituido por algunas perífrasis como ma malakat aymanukum ("lo que posee tu mano derecha"). El Corán reconoce la desigualdad básica entre el amo y el esclavo y los derechos de la primera sobre la segunda. El historiador Brunschvig afirma que desde una perspectiva espiritual, "el esclavo tiene el mismo valor que el hombre libre, y lo mismo la eternidad está en el almacén para su alma, en esta vida terrenal, a falta de emancipación, subsiste el hecho de su condición de inferioridad, a la que él debe dimitir piadosamente.
32. Casad a aquéllos de vosotros que no estén casados y a vuestros esclavos y esclavas honestos. Si son pobres, Dios les enriquecerá con Su favor. Dios es inmenso, omnisciente. 33. Que los que no puedan casarse observen la continencia hasta que Dios les enriquezca con Su favor. Extended la escritura a los esclavos que lo deseen si reconocéis en ellos bien, y dadles de la hacienda que Dios os ha concedido. Si vuestras esclavas prefieren vivir castamente, no les obliguéis a prostituirse para procuraros los bienes de la vida de acá. Si alguien les obliga, luego de haber sido obligadas Dios se mostrará indulgente, misericordioso. C. 24:32 y 33
El profeta Mohamé, referente para los musulmanes practicaba la esclavitud, lo cual se justifica en el corán:
50. ¡Profeta! Hemos declarado lícitas para ti a tus esposas, a las que has dado dote, a las esclavas que Dios te ha dado como botín de guerra, a las hijas de tu tío y tías paternos y de tu tío y tías maternos que han emigrado contigo y a toda mujer creyente, si se ofrece al Profeta y el Profeta quiere casarse con ella. Es un privilegio tuyo, no de los otros creyentes -ya sabemos lo que hemos impuesto a estos últimos con respecto a sus esposas y esclavas, para que no tengas reparo. Dios es indulgente, misericordioso.
C 33:50
Entre los esclavos de mahoma se encontraban: yakan Abu sharh, Aflah, 'Ubayd, Dhakwan, Tahman, Mirwan, Hunayn, Sanad, Fadala Yamamin, Anjasha al-Hadi, Mad'am, Karkará, Abu Rafi', Thawban, Ab Kabsha, Salih, Rabah, Yara Nubyan, Fadila, Waqid, Mabur, Abu Waqid, Kasam, Abu 'Ayb, Abu Muwayhiba, Zayd Ibn Haritha, y también un esclavo negro llamado Mahran, que fue re-nombrado (por Mahoma) Safina (`buque ') ". Algunas esclavas de Mahoma fueron "son Salma Um Rafi ', Maymuna hija de Abu ASIB, Maymuna hija de Saad, Khadra, Radwa, Razina, Um Damira, Rayhana, María la Copta con la que tuvo un hijo tras violarla (Ibrahim), además de otros dos siervas esclavos, uno de ellos que le había dado como regalo por su primo, Zaynab, y el otro capturado en una guerra ".7
Una de la ventajas de la esclavitud en el Islam, es que al igual que por un caballo, tampoco se tiene que pagar azaque por poseer un esclavo:
Narró Abu Huraira: Apóstol de Alá dijo: "No hay Zakat para un caballo o un esclavo perteneciente a un musulmán"
Sahih Bukhari 2:24:542





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San Agustín

San Agustín (Florida)

San Agustín
Ciudad
StAugustineC12.png
Coat of arms of Saint Augustine, Florida.svg
Escudo
San Agustín ubicada en Florida
San Agustín
San Agustín
Ubicación en el condado de San Juan en Florida
Map of USA FL.svg
Ubicación de Florida en EE. UU.
Coordenadas29°53′41″N 81°18′52″OCoordenadas29°53′41″N 81°18′52″O (mapa)
 • Coordenadas29°53′41″N 81°18′52″O
EntidadCiudad
 • PaísEstados Unidos
 • EstadoBandera de Florida Florida
 • CondadoSan Juan
Superficie 
 • Total32 892 849 km²
 • Tierra24,42 km²
 • Agua(26,14%) 8,64 km²
Altitud 
 • Media0 m s. n. m.
Población (2010) 
 • Total12,975 hab.
 • Densidad392,48 hab/km²
Huso horarioEsteUTC-5
 • en veranoUTC-4
GNIS24053891
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San Agustín (o bien en inglés: Saint Augustine) es una ciudad del condado de Saint John (o San Juan) de Florida, de los Estados Unidos de América, en la región conocida como «la Primera Costa de Florida». En el censo del año 2000, la ciudad tenía una población de 11 592 habitantes, y en el de 2004, de 12 157 habitantes.
Fundada en septiembre de 1565 por el explorador y almirante español Pedro Menéndez de Avilés, San Agustín es la ciudad de origen europeo más antigua del territorio de Estados Unidos habitada de forma permanente. Si el Estado Libre Asociado de Puerto Rico, en la zona insular caribeña, se uniera definitivamente a los Estados Unidos de América pasaría a ser San Juan la ciudad más antigua del país.

Historia[editar]

Fundación de San Agustín por Pedro Menéndez de Avilés[editar]

San Agustín es el asentamiento europeo más antiguo ocupado hasta la actualidad en los Estados Unidos de América. Los españoles ya habían explorado con anterioridad la zona, en expediciones que tuvieron lugar entre 1513 y 1563, con el fin de colonizar la Florida española, y dirigida por diversos conquistadores: Juan Ponce de León en 1513, Lucas Vázquez de Ayllón en 1526, Pánfilo de Narváez en 1527 —junto a su alguacil mayor Álvar Núñez Cabeza de Vaca quienes además tenían por objetivo la búsqueda de la «fuente de la eterna juventud»— y Hernando de Soto en 1539, entre otros, pero todas sin llegar a levantar ninguna fortificación estable.
Mientras tanto, el hugonote francés Jean Ribault, un oficial al mando del almirante Gaspar de Coligny, condujo una expedición a Norteamérica que fundó en mayo de 1562 un establecimiento que llamó Charlesfort —en la actual Carolina del Sur— en Parris Island, pero el despotismo del capitán Albert de la Pierria llevó a los soldados a rebelarse contra su autoridad, siendo finalmente depuesto y asesinado. Posteriormente un incendio destruyó la mayor parte de las casas del pueblo, y el mismo fue abandonado entre enero y marzo de 1563, por lo que los sobrevivientes eligieron retornar a Francia en un buque que lograron construir, y si bien la mayoría perecería en alta mar, unos pocos fueron rescatados en la costa inglesa.
Otro hugonote, René Goulaine de Laudonnière, fundó el 22 de junio de 1564 el primer establecimiento europeo en la actual Florida llamado Fort Caroline —actual Jacksonville, lugar que sería repoblado en 1791 por los británicos— en la desembocadura del río San Juan. Con el retraso de provisiones desde Francia, la colonia experimentó una escasez de alimentos que provocó el amotinamiento de algunos soldados que se convertirían en piratas, atacando a los buques españoles en el Caribe. Finalmente Ribault regresó de nuevo en agosto del siguiente año y tomó el mando de la colonia francesa de La Floride.
Consecuentemente a esos acontecimientos y con el pretexto de las Guerras de Religión francesas, la Corona española emitió la orden del desembarco de Pedro Menéndez de Avilés con una fuerza hispana aliada a los timucuas que condujo al fin el 2 de septiembre del citado año del establecimiento de piratas franceses en el lugar —allí continúan sus tumbas— renombrando a la fortaleza como «San Mateo».
Casi una semana después Avilés fundaría el fuerte, y luego ciudad, de «San Agustín de La Florida», el 8 de septiembre de 1565, cuarenta y dos años antes de que los ingleses fundaran el establecimiento de Jamestown (14 de mayo de 1607), en territorio de la futura colonia de Virginia, y cincuenta y cinco años antes de que desembarcaran los Padres peregrinos (26 de noviembre de 1620) en la denominada Nueva Inglaterra para fundar, el 21 de diciembre, la ciudad de «Nueva Plymouth», capital de la futura colonia homónima.

Acoso de corsarios ingleses a San Agustín[editar]

La vida de la ciudad de San Agustín no fue pacífica. En 1586 fue atacada por el corsario Francis Drake, al servicio de la Monarquía inglesa. Sus edificios fueron arrasados y quemados, pero sin que ello quebrara la voluntad de España de mantener allí su presencia. De hecho en esta ciudad, el 29 de septiembre de 1633, fallecía en el cargo Andrés Rodríguez de Villegas quien fuera el XIII gobernador de la provincia de La Florida.2
Tampoco cejó la Corona española ante el ataque del capitán pirata Robert Searle, que tuvo lugar ochenta y dos años después, o ante los sucesivos asaltos británicos de 1702 y 1740, siempre peligrosos y atroces, pero siempre sin éxito.
El Castillo de San Marcos, cuya actual traza data de 1672, sustituto de anteriores construcciones de madera que allí mismo se asentaron, es un importante ejemplar de la arquitectura militar española en las Américas, con baluartes apuntados hacia el exterior, y no se construyó en piedra, sino en coquina: una mezcla de moluscos y arena, aglutinada por la cal de las conchas, que resultó ser un excelente material, que no se destrozaba ante los proyectiles del enemigo, sino que los absorbía.

Refugio de esclavos británicos en la ciudad[editar]

La cercanía geográfica de San Agustín respecto de las colonias inglesas de Carolina del Sur propició un fenómeno que no es demasiado conocido: el establecimiento de un verdadero santuario de libertad para los negros que huían de la esclavitud británica.
Ciertamente, en la época, en las posesiones españolas era legal la esclavitud africana pero las condiciones de los esclavos británicos y españoles no eran las mismas.
El régimen de servidumbre español permitía, por ejemplo, que los esclavos tuvieran dinero propio que pudieran usar para comprar su libertad, los autorizaba a llevar a sus señores ante los Tribunales, impedía que se rompieran familias por motivos de venta y constituía, en definitiva, un sistema más benigno que no era desconocido por los esclavos que padecían el muy riguroso ordenamiento británico.
Ya en 1688 se corrió la voz entre los esclavos negros de Carolina del Sur de que San Agustín era un santuario para quienes escapaban. En 1687 había llegado el primer grupo de fugitivos, compuesto por ocho hombres, dos mujeres y un niño. Y el goteo fue a partir de entonces incesante, hasta llegar en cifras cercanas a la centena, como se ha dejado dicho.
De la política hispana de acogida queda testimonio en la real cédula otorgada en 1693 por Carlos II de España que cabalmente expresaba su voluntad de que «dando libertad a todos, tanto a los hombres como a las mujeres, sea ello ejemplo de mi liberalidad y dé lugar a que otros hagan lo mismo».
Aunque ya se venía produciendo un goteo de esclavos fugitivos hacia la plaza española, fue la llegada de no menos de cien de ellos en 1738 lo que dio lugar al establecimiento de una población fortificada a unas millas al norte de la fortificación del castillo de San Marcos: el del fuerte Gracia Real de Santa Teresa de Mosé, convirtiéndose de esta forma en el primer sitio —de lo que hoy son los Estados Unidos— en que los negros pudieron vivir en libertad.
Desdichadamente en la actualidad, no ha habido ningún productor cinematográfico que se haya arriesgado a divulgar este episodio de libertad que es historia común de España y de los Estados Unidos, si bien sí sea conocido y divulgado por los católicos norteamericanos —a título de ejemplo, la página sobre este particular de la diócesis de Denver— y sean de mucho mérito los esfuerzos que han venido haciendo el Old Florida Museum y el Florida Museum of Natural History, este bajo la dirección de la profesora Kathleen Deagan, para indagar y dar a conocer lo que aquello fue, hasta la apertura en 1991, de la exposición itinerante Fort Mose: America´s Black Fortress of Freedom.
Curiosamente, ni los primeros esclavos en América habían sido africanos, ni los primeros africanos en América habían sido esclavos.
Mientras que los primeros esclavos eran amerindios, estaban arribando en las primeras expediciones a las Américas como hombres libres, marineros, soldados y colonos de raza negra, como por ejemplo: Juan de las Canarias, que se había enrolado en la Santa María con Cristóbal Colón; Juan Garrido, que partió desde Sevilla, por su propia voluntad, hacia La Española (Santo Domingo) y participó en las exploraciones de Ponce de León y luego, en las campañas de Cortés con el que combatió en Tenochtitlán; también Estebanico, explorador de Pánfilo de Narváez quien, tras fracasar la expedición a la Florida de 1528, fue uno de los cuatro, de cuatrocientos, que sobrevivieron al conseguir llegar andando, tras ocho años de caminar, desde la Florida hasta México, para luego morir en combate contra los indios zuni; además de Juan Valiente, que guerreó en Guatemala, en el Perú y en Chile, y como otros de los que no cabe memoria.

Esclavitud en las Trece Colonias y la captación hispana[editar]

Aunque el celo de la reina Isabel I de Castilla prohibió en su testamento la servidumbre de los indios: «no consientan ni den lugar que los Indios vecinos y moradores de las dichas Indias y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas ni bienes, más manden que sean bien y justamente tratados», es cierto que esa real voluntad se quebró no pocas veces en la práctica, llegándose a justificar la esclavitud de aquellos indios que rehusaran la conversión o practicaran el canibalismo.
No hay duda de que la existencia de hombres libres de raza negra bajo el régimen español alentó que se constituyera aquella comunidad de Santa Teresa de Mosé, que fue, según han escrito Katlheen Deagan y Darcie MacMahon, un símbolo de esperanza para muchos africanos de la colonia inglesa.
Aunque la hospitalidad española respondía a la convicción de que quienes libremente abrazaran la religión católica debían vivir como hombres libres, hay que presumir que, junto a tal creencia, operaría la conveniencia de restar fuerza económica a las colonias británicas, generar inseguridad y ganar nuevos trabajadores, aunque en régimen de libertad. Y es que en Carolina del Sur, sobre una fuerza de trabajo de cuarenta mil esclavos negros, dominaba una población blanca de solo veinte mil colonizadores, en una proporción que hacía extremadamente preocupante cualquier intento de revuelta.
Al incrementarse constantemente el número de quienes escapaban de las plantaciones esclavistas de Carolina, se llegó a constituir, en 1738, bajo bandera de España, una milicia negra, con oficiales de la propia raza, como lo fue el capitán Francisco Menéndez, en otro tiempo esclavo evadido. Y no se trataba de una fuerza simbólica, sino bien operativa, habida cuenta de que su calidad de veteranos fugitivos les había dado un buen conocimiento de la zona, mientras que su condición de antiguos esclavos, los hacía valientes y con resuelta voluntad de vencer, para no volver jamás a la servidumbre.
Destruido el Fuerte Mosé por los ingleses en 1740, sus ocupantes se defendieron desde San Agustín, que resistió.

Traspaso de San Agustín de España al Reino Unido de Gran Bretaña[editar]

Fuente de la Juventud.
Catedral de San Agustín.
Por ironías de la política, la imbatida San Agustín vino a ser pacíficamente otorgada a la Corona británica en 1763, cuando por el Tratado de París se entregó pacíficamente la Florida al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda.
Los que habían sido defensores del Fuerte Mosé embarcaron junto a los pobladores de procedencia peninsular hacia la isla de Cuba, especialmente hacia Matanzas, en donde siguieron su vida como hombres libres. Nuevamente retornaría a España a consecuencia de la batalla de Pensacola 1781 y del Tratado de París, en 1783.

Devolución de la urbe y la Florida a la Corona española[editar]

Antigua puerta de la ciudad de San Agustín, Florida, EE.UU.
Junto con los militares y sus familias retornaron a San Agustín algunos de los antiguos esclavos, cuando la Florida volvió de nuevo a España. Y rindieron un último servicio al aplastar a los Florida Patriots que se habían atrevido a ocupar Mosé, reclamando el territorio para los Estados Unidos.3
En aquella ocasión, una vez más, se destruyó el viejo fuerte, cuyo asentamiento quedaría enterrado en las marismas, para ser explorado sólo al cabo de muchos años, no ya por soldados sino por voluntariosos investigadores. Es de destacar que el 17 de octubre de 1812 el Gobernador español de la Florida, Sebastián Kindeláncaballero de la Orden de Santiago, inauguró en San Agustín un obelisco y bautizó una plaza en honor a la primera Constitución Española, más conocida como la Pepa. Aún hoy existe en la plaza de la Constitución dicho obelisco.3

Definitiva entrega de San Agustín y la Florida a los Estados Unidos de América[editar]

En 1821 tras las presiones estadounidenses y la necesidad de dinero, provocó que España se la vendiera por 5 millones de dólares y la garantía de preservar las fronteras en el oeste. Florida fue una posesión de los Estados Unidos de América hasta 1845 cuando se convirtió en un estado del mismo. En 1861, comenzó la Guerra Civil y se unió a los Estados Confederados de América.
El 7 de enero de 1861, días antes de la secesión de Florida, tropas estatales tomaron el fuerte de San Agustín que estaba custodiado por una pequeña guarnición. Sin embargo, tropas federales leales al gobierno estadounidense reocuparon la ciudad el 11 de marzo del corriente y la retuvieron bajo su control durante los siguientes cuatro años de guerra.
Entre las construcciones coloniales de la era española que permanecen en la ciudad figura el Castillo de San Marcos. La fortaleza repelió con éxito los ataques británicos del siglo XVIII, fue ocupada por tropas unionistas durante la Guerra de Secesión y después sirvió como prisión para los nativos americanos. Hoy el «Castillo de San Marcos» es un monumento nacional de los Estados Unidos.
En el siglo XIX el ferrocarril llegó a la ciudad que se convirtió en un balneario invernal para los adinerados, gracias al industrialista Henry Flagler. Un número de mansiones y palacios grandes de esta era se transformaron en hoteles o se les dio otro uso, como por ejemplo la Universidad de Flagler, el Instituto Flagler y museos. Flagler continuó construyendo en diferentes puntos a lo largo de la costa este de Florida, incluyendo su Ferrocarril de la Costa Este de la Florida, cuyo punto final era cayo Hueso en 1912.

La Iglesia Católica y Nuestra Señora de la Leche[editar]

El paraje donde Menéndez y los suyos desembarcaron, y que luego pasara a ser la «Misión de Nombre de Dios», es hoy de la Iglesia Católica que lo mantiene y venera como el lugar más santo del país, por tratarse del primer lugar de los hoy territorios estadounidenses en donde se celebró la Santa Misa.
Se trata de un espacioso y grato parque para la oración y la meditación, cuidado y arbolado junto al mar, amparado por una cruz muy elevada, salpicado de rincones de referencia mariana y custodio de la ermita en donde se venera a María bajo la nada corriente advocación de «Nuestra Señora de la Leche», en una imagen de la Virgen lactante.
Aunque hay ya rastros en las catacumbas romanas de la devoción a la Virgen de la Leche, por la que se venera a Santa María cuidando tiernamente del cuerpo del Niño Jesús y que fuera una devoción extendida por toda Europa, arraigó con particular intensidad en la España del siglo XVI, donde el rey Felipe III ordenó en 1598 levantar una ermita en su honor.
Conocedores y seguidores de tal devoción, los primeros pobladores españoles consagraron la primera ermita dedicada a la Virgen en lo que hoy es territorio estadounidense, bajo el nombre de «Nuestra Señora de la Leche», cuya imagen era copia de la que se veneraba en Madrid, de modo que habiendo sido destruida el 13 de marzo de 1936 esta última que era la original, por ser devastada la iglesia madrileña de San Luis —en la hoy Gran Via— en que se encontraba, debido a los disturbios antirreligiosos de los albores de la guerra civil, la réplica que se halla hoy en la Florida es lo más cercano que nos queda de aquella que fue modelo, si bien también haya imágenes bajo el mismo título en Astorga, en Palas de Rei, en Pisa y en Budapest.

La ciudad en la actualidad[editar]

Señal al entrar a San Agustín.
Las cinco banderas que han ondeado en San Agustín desde 1565. Desde la izquierda: la bandera de EE. UU.; la bandera de los Estados Confederados, la bandera moderna de España, la bandera británica y la antigua bandera española con la Cruz de Borgoña.
La ciudad es una atracción turística por la rica cantidad de edificios de estilo colonial español. En 1938 el parque temático Marineland abrió al sur de San Agustín, convirtiéndose en uno de los primeros parques temáticos de Florida y comenzando el desarrollo de esta industria en las siguientes décadas.
Actualmente se lleva a cabo la serie para TeleWeek "Buscando mi pasado", que será estrenada en 2010.
Los habitantes de San Agustín no esconden el orgullo por su pasado español, del que hay vestigios permanentes en el paisaje urbano. Y todavía hoy los nombres de las calles denotan la pasada presencia hispana: las calles de Valencia, de Granada, de Córdoba, de De Soto, de Avilés, de Cádiz, de Zaragoza, de la artillería; y las casas con blasones, el Hospital Militar, la casa de los Mesa, la de los Peso de Burgo, la de los Ximénez-Fatio, la de los Hita, la de los Gallegos, y hasta la catedral, en la que campean los escudos español y norteamericano, hacen eco de lo que la ciudad fue. Y ese eco resuena incluso en la vida local, toda vez que, aunque se trata de una ciudad en la que la lengua inglesa prevalece, se mezclan en el habla local palabras del español colonial y hasta la vida es mucho más a la española que en otras ciudades norteamericanas: calles estrechas, terrazas junto a los bares, parques donde corretean los niños, iglesias y misa de doce.

Geografía[editar]

Se extiende la vieja ciudad española a lo largo de la península que se forma entre la bahía de Matanzas y la desembocadura del río San Sebastián, amparada, unas millas al sur, por el castillo de Matanzas, y al norte, por la imponente mole del castillo de San Marcos, sobre los que hoy, por gracia de la Administración norteamericana, no ondea la bandera de las barras y las estrellas, sino la blanca con la cruz de Borgoña, en un elegante gesto de respeto al propio pasado hispano.
San Agustín está localizada a 29°53'39" Norte, 81°18'48" Oeste (29.894264, -81.313208)4 .
La ciudad tiene una superficie total de 27,8 km², 21,7 km² de tierra y 6,1 km² de agua. El área total de agua representa el 21,99%.
Acceso al océano Atlántico por el canal de San Agustín del río Matanzas.

Atracciones[editar]

Instituto Flagler San Agustín.

Educación[editar]

La ciudad tiene la Escuela de Sordos y Ciegos de la Florida, la escuela del gobierno estatal para ciegos y sordos.

Demografía[editar]

Según el censo de 2010,5 había 12.975 personas residiendo en San Agustín. La densidad de población era de 392,48 hab./km². De los 12.975 habitantes, San Agustín estaba compuesto por el 84,18% blancos, el 11,61% eran afroamericanos, el 0,4% eran amerindios, el 1,25% eran asiáticos, el 0,09% eran isleños del Pacífico, el 0,82% eran de otras razas y el 1,64% pertenecían a dos o más razas. Del total de la población el 5,06% eran hispanos o latinos de cualquier raza.6

Isla / Ciudades hermanadas[editar]